miércoles, 24 de diciembre de 2008

10 encantos de las fiestas cerca del polo norte

1. Las 7.875.5885 calorias de los turrones, garrapinadas, manies y pan dulce, al fin, son útiles.
2. No hay que temer que el globo aerostático volador prenda fuego la terraza, el balcón y/o el jardín: con 20 grados bajo cero, nada arde.
3. La celebración empieza a las 18pm, a las 19pm se ha comido el pavo, a las 20pm se ha tomado casi todo el vino, a las 21pm comienzan a devolverse a las personas mayores a sus casas, a las 22pm se empiezan a despedir a los borrachos incipientes, a las 23pm quedan solo los borrachos, a las 24pm llega papa noel en trineo pero como nadie se da cuenta..se pueden cambiar los regalos!
4. No hay ananá fizz
5. No hay palmitos con salsa golf
6. Para qué insistir: las vendedoras NO envuelven los regalos para regalo.
7. No hay tio/primo/hermano/padre/marido transpirado con olor a asado muerto de hambre porque siempre da la mejor porción a la familia.
8. Los renos son animales autóctonos y deben ser protegidos
9. Los perros son felices porque nada arde, ni explota, ni vuela, ni cae.
10. Todos nos deseamos lo mismo: Paz, amor, felicidad.

domingo, 14 de diciembre de 2008

viernes, 12 de diciembre de 2008

No me fui!


...sigo acá, y llegó la nieve..

sábado, 1 de noviembre de 2008

Qué es Halloween?



"Halloween o Hallowe'en (IPA [ˈha.lo.wiːn]) o Noche de Brujas es una fiesta proveniente de la cultura céltica que se celebra principalmente en Estados Unidos en la noche del 31 de octubre. Los niños se disfrazan para la ocasión y pasean por las calles pidiendo dulces de puerta en puerta. Después de llamar a la puerta los niños pronuncian la frase "truco o trato" o "dulce o truco" (proveniente de la expresión inglesa trick or treat). Si los adultos les dan caramelos, dinero o cualquier otro tipo de recompensa, se interpreta que han aceptado el trato. Si por el contrario se niegan, los chicos les gastarán una pequeña broma, siendo la más común arrojar huevos o espuma de afeitar contra la puerta.

La palabra Halloween es una derivación de la expresión inglesa All Hallow's Eve (Víspera del Día de los Santos). Se celebraba en los países anglosajones, principalmente en Canadá, Estados Unidos, Irlanda y el Reino Unido. Pero actualmente se celebra en casi todos los países occidentales con mayor o menor presencia.

Sus orígenes se remontan a los celtas, y la fiesta fue exportada a los Estados Unidos por emigrantes sobre todo irlandeses en el siglo XIX, más o menos hacia 1846. La fuerza expansiva de la cultura de EE. UU. ha hecho que Halloween se haya popularizado también en otros países. El día de Halloween, en tiempos modernos se considera una fiesta estadounidense.

La historia del Halloween se remonta a hace más de 2.500 años, cuando el año celta terminaba al final del verano, precisamente el día 31 de octubre de nuestro calendario. El ganado era llevado de los prados a los establos para el invierno. Ese último día, se suponía que los espíritus podían salir de los cementerios y apoderarse de los cuerpos de los vivos para resucitar. Para evitarlo, los poblados celtas ensuciaban las casas y las "decoraban" con huesos, calaveras y demás cosas desagradables, de forma que los muertos pasaran de largo asustados. De ahí viene la tradición de decorar con motivos siniestros las casas en la actual víspera de todos los santos y también los disfraces"

"En la Edad Media algunos bandoleros se disfrazaban de espíritus para cometer sus fechorías. De ahí viene la costumbre de disfrazarse. Algunos años después esta festividad llega a Estados Unidos, traída por los pioneros, y es aceptada como una tradición, integrando todos los detalles antes mencionados. Era una fiesta católica de pequeños grupos de fieles, que se popularizó enormemente con la llegada de los irlandeses alrededor de 1840. Fueron ellos quienes le añadieron la "Jack O'lantern" (la calabaza hueca con una vela dentro), debido a la leyenda "Jack el Tacaño" (Jack se preparaba para ir al cielo pero fue detenido en las puertas de San Pedro, impidiéndosele el paso pues no podían aceptarle por su mala vida pasada, siendo enviado al Infierno. Para su desgracia allí tampoco podían aceptarlo debido al trato que había realizado con el Diablo, y éste le expulsó de su reino y le condenó a deambular por los caminos con un nabo hueco con un carbón ardiendo dentro como única luz que guiara su eterno vagar entre los reinos del bien y del mal). Los norteamericanos usaron una calabaza.

La fiesta, sin embargo, no comenzó a celebrarse masivamente hasta 1921. Ese año se celebró el primer desfile de Halloween en Minnesota y luego le siguieron otros estados. La internacionalización del Halloween se produjo a finales de los años 70 y principios de los 80 gracias al cine y a las series de televisión. En 1978, se estrenaba en EEUU y en el mundo entero La Noche de Halloween, de John Carpenter; una película ambientada en la víspera de Todos los Santos que supuso una referencia para el cine de terror de serie B; con innumerables secuelas e imitaciones. Por otro lado, éxitos de la pequeña pantalla como Los Simpson comenzaron a dedicar un capítulo cada año a Halloween hasta convertir la calabaza sonriente en una imagen tan conocida como la Coca-Cola.

Hoy en día Halloween es una de las fechas más importantes del calendario festivo en el continente americano (Estados Unidos y Canadá; los países latinoamericanos, aunque conocen la festividad de Halloween, tienen sus propias festividades y tradiciones ese mismo día, que curiosamente coinciden en cuanto a su significado: la unión o extrema cercanía del mundo de los vivos y el reino de los muertos). En el Viejo Continente, en un extraño giro del destino, son muchas las ciudades en las que los jóvenes han decidido importar el Halloween de Estados Unidos, con fiestas y disfraces, aunque en algunos puntos de Europa (como Inglaterra) la fiesta original ha arraigado de nuevo, resurgiendo del olvido al que el Vaticano la había enviado siglos atrás y realizándose los mismos ritos que se practicaban entonces.

(Wikipedia)


Halloween en Montréal










domingo, 7 de septiembre de 2008

Ultima semana



..ultima semana antes de partir, y fin del verano..

miércoles, 23 de julio de 2008

"A hard day's night"...

Hace un par de meses, llegué a la conclusión de que a veces "vivo en un termo"...aunque quizás para ustedes no sea novedad. Una tarde de viernes, llegué a mi casa, y encontré un mensaje de mi amiga Analía en el contestador "Hola! voy a enterarme de cómo está el clima en Montréal mientras miro la carrera de F1 que se corre este fin de semana ahí, un beso!". Y entonces, asi fue como me enteré de que ese fin de semana, había una carrera de fórmula 1, en Montréal, mirá vos. Gracias al mensaje de mi amiga Analía, pude entonces entender por qué esa noche (noche de viernes), la avenida Saint Laurent estaba cortada y convertida en peatonal, por qué había stands con publicidad de autos y simuladores, y sobre todo, por qué había tantos hombres solos caminando por la calle...menos mal, sino me hubiera preguntado, "y dónde estaban todos esos hombres antes que yo no los había visto?? mirá lo que se descubre cuando termina el invierno!" jeje.

Bueno, confieso que esta vez casi me pasa lo mismo...me salvó el pronóstico meteorológico (buscaba saber si va a dejar de llover en Montréal, ya que hace aproximadamente un mes que tenemos clima sub-tropical, como si estuviéramos en una playa de Brasil con la diferencia de que no estamos en una playa de Brasil). Y entonces encontré otra noticia: el domingo 20 de julio, tocaba gratis, en la ciudad de Québec, nada más y nada menos, que Paul Mc Cartney, en el marco de los festejos por los 400 años de la fundación de la ciudad. Este anuncio se había hecho hace algunas semanas, y había suscitado -como era de esperar-, el típico debate québecois: Es conveniente invitar a un inglés a festejar una celebración que conmemora la llegada de los franceses? (...que luego cedieron estas preciosas tierras al reino de la Gran Bretaña y c'est fini..). Si, hubo gente que gastó tiempo y tinta en preguntar si había justificativos suficientes para invitar a Paul Mc Cartney, teniendo en cuenta no sólo lo inconveniente de su nacionalidad (como si Québec no siguiera perteneciendo a Canada) sino que, encima, hace como 25 años que no tiene un hit...este fue sin duda el argumento más gracioso, en definitiva, alivia pensar que la brutalidad es simplemente, humana..

Entonces, me pregunté: "voy o no voy?" y ...como 2 segundos después dije "pero obvio que voy!"...quienes me conocen saben lo que significa para mí (..que escuchar a Los Beatles fue lo único --emocionante-- que hice entre mis 14 y 18 años).

Pero, en Québec la espontaneidad no siempre es virtud...imaginé que los québecois ya habrían reservado con semanas de anticipación un asiento en los ómnibus hacia Québec. Entonces, sin hacerme ilusiones, fui a la terminal. Comprobé (máquina mediante) que en realidad los pasajes se venden abiertos y sin numerar, osea que cabía la esperanza de encontrar un lugar. Para el regreso después del recital, la empresa había previsto hacer la reserva vía internet, aunque imaginé que iba a ser más complicado el asunto, considerando las miles de personas que saldrían corriendo como yo en ese mismo momento para encontrar un lugar...De todas maneras, y a pesar de la cuota de incertidumbre, me fui...en última instancia, tendría que quedarme unas horas más en la terminal, y soy joven che!

El domingo cerca del mediodía, hice la mochilita y partí. Con grata sorpresa comprobé que si bien había mucha gente, habían puesto servicios adicionales, tuve sólo media hora de espera, al rato estaba sentada en primera fila, rumbo a Québec!

La ruta estaba cargada...sobre todo porque estaban haciendo mantenimiento (hay que tener en cuenta que la mayor parte del año hay nieve..). Llegamos unas tres horas después. Hacía mucho que no iba a Québec, y en realidad, cai en la cuenta de que nunca había ido sola, la primera vez fui en auto unas horas (y en pleno invierno...nunca volví a sentir tanto frio en mi vida, ni siquiera estos dos últimos inviernos) y otra vez en noviembre pasado con el grupo Oxygène, pero estuvimos en la ciudad sólo por la noche. Si, era una locura de gente. Pero Québec es una ciudad tan linda, objetivamente, es mucho más linda que Montréal, conserva un estilo típicamente europeo, realzado por el rio y por las colinas que lo bordean, es realmente una ciudad para perderse varias horas.

Y en efecto, me perdí un poco. Al llegar a la terminal, tomé previsoramente una de las guías gratuitas, por suerte había un mapa desplegable y desmontable! (siempre tan organizados). Improvisé rápidamente un trayecto, el destino final era "les plaines de Abraham", un parque gigante, ahí se hacía el recital. Tenía una vaga idea de donde quedaba, pero no sabía exactamente cuáles eran los acceso habilitados...y entonces, me entregué al destino, como siempre.

Después de haber paseado por las peatonales que bordean el "Chateau Frontenac", y de haber almorzado un super sandwich de pollo..y mango (porque era el más barato), enfilé para el parque. Bueno, eso creí. Tomé por una avenida que parecía importante y empecé a caminar. Y caminé, y caminé, de un lado el rio, del otro la montaña. Empecé a sospechar que no era el camino adecuado. Me detuve para preguntarle a una pareja que se estaba subiendo a una moto, tenían toda la pinta de ir al recital. Me dijeron para llegar al parque que tenía que pasar la montaña, para eso, tenía que subir por unas escalinatas que estaban a unas cuadras.

Finalmente, encontré las escalinatas, y a dos policias que las custodiaban, y que explicaban a otro grupo de gente que se había acercado hasta ahí como yo...que las escalinatas estaban clausuradas. Había entonces sólo dos caminos posibles: retroceder para ir por el centro (..de ahí venia yo) o seguir caminando por esa avenida hasta encontrar la avenida Gilmore que llevaba al parque. En definitiva, lo mas práctico era seguir por donde venía caminando. Eso hice. Seguí caminando, segui caminando, pero la calle no llegaba nunca, divisaba el horizonte..y no había ninguna avenida perpendicular..no habia nada. Me detuve de nuevo para preguntarle a una señora que estaba asomada a la ventana de su casa, me dijo que si, que tenía que seguir caminando, pero que me convenía cruzar la avenida y retomar por la bici-senda, porque la vereda de ese lado se acababa unos metros más adelante...muy prometedor el futuro. Entonces crucé, y tomé por la bici-senda, al menos no estaba tan sola, adelante mío, dos chicas en rollers iban empujando el cochecito de sus respectivos hijos (que bueno tener madres que te llevan a pasear en rollers!).

Sobre nosotros, se escuchaba el ruido de helicópteros, imaginé que era por una cuestión de seguridad, por la cantidad de gente que se estaría juntando. Unos minutos después, vi venir hacia mi (por la avenida) policías en moto, y me repetí la misma hipótesis. Pero de golpe advertí que detrás de los policías, seguía una caravana de autos. Los autos pasaban relativamente rápido, nada que llamara la atención. Hasta que de golpe vi que de uno de los últimos, se asomaba una mano que saludaba (no sé a quien, porque no había nadie!) y saludaba, y la mano se acercó. Y miré por la ventanilla, y miré de nuevo la mano, y era...Paul Mc. Cartney!! que seguía saludando, nos saludaba, a las de los rollers y a mi, que por supuesto nos quedamos con la boca abierta porque no podíamos creer que era él, que él nos acababa de pasar por al lado (tenía camisa celeste!). Entonces nos detuvimos y nos preguntamos "viste lo que yo vi?" y nos empezamos a reir, no lo podíamos creer. Y claro, no llegué a tiempo ni a sacar la cámara de fotos ni a nada, solamente tuve tiempo de pensar que el consejo del policía al final, no había estado tan mal :-)

Después de eso, ya nada me molestó, a pesar del calor y de que todavía faltaban como 45 minutos para llegar...si, me fui a la loma del quinoto, no hace falta aclararlo. Ya en el parque, debo admitir que nunca había visto tanta gente junta, dicen que había como 200 000 personas, yo creo que puede haber sido más. Intenté acercarme al escenario, pero por supuesto, fue imposible. Estaba repleto de gente, apenas podia divisar el costadito. Entonces, decidí ubicarme en la parte de atrás del escenario, en donde habían instalado una pantalla gigante para verlo desde ahí. Claro que no sería lo mismo, había que creer que ese era el espectáculo que estaba pasando del otro lado en vivo y en directo..pero al fin de cuentas, creo que era preferible verlo bien en la pantalla y no tener que imaginar quien era la persona que estaba en el escenario.

Me senté entonces comodamente en el pasto, y esperé unas dos horas hasta que comenzara. Los teloneros fueron The steels (o algo asi...olvidable) y Pascal Picard (una québécoise que canta en inglés, estilo folk rock, aunque grita demasiado para mi gusto, pero simpática..y ella tampoco habia visto nunca tanta gente junta). Finalmente, a las 21h30 en punto, llegó él, yo ya lo sabía, con la camisa celeste...y lo que vino después es sencillamente inolvidable. Algunos temas de su etapa solista que no nos interasaban tanto, salvo "My Love"...y lo que no se hizo esperar, mucho Beatles, la mayoría fueron canciones suyas y dos homenajes: una versión de "Something" absolutamente conmovedora (aunque lamentablemente ya me había quedado sin pilas en la cámara por querer grabarlo todo desde el principio) y una version de "A day in the life" "para mi amigo John", aunque sabemos que ya no eran tan amigos pero qué importa, por suerte lo fueron en algún momento.

Acá van algunos videos de lo que pude llegar a grabar. Fuera de mi registro, pasaron "Let it be", "Penny Lane" "Hey Jude" "Get Back" "Yesterday" "I want to hold your hand" "She came into the bathroom window" "Michelle" "Eleanor Rigby" "Good day sunshine" y otras..Para mi, fue la felicidad de cantarlas a todas con él, como las canté tantas veces deseando haber nacido en otra década, pero finalmente el destino nos unió en una avenida de Québec, un 20 de julio de 2008. La vida es sueño.

(Y va dedicado, a mi amiga María, a mi tio Martín y a mi papá, porque gracias a ellos los descubrí)

(aclaración: el sonido no es muy bueno, y a veces la imagen se mueve porque yo bailaba...pero se ve)

Drive my car





All my loving



Got to get you into my life





My Love



The long and winding road

viernes, 4 de julio de 2008

Vivo en un zoológico?

...creo que sólo falta el monito.

Kitty escapando de mi terraza
.

Bruce, el perro de mi vecino


Genoveva, la ardilla, subiendo al árbol de mi ventana



Domingo (pelado) de vacaciones unos días



martes, 1 de julio de 2008

Woody Allen en Montréal

Y finalmente llegó el día...salí apurada al teatro "Place des Arts", sala "Wilfred Pelletier" con mi entrada comprada hace como 3 meses, orgullosa de mi actitud previsora, pensando en los que tuvieron que salir a comprar la entrada apurados, temblorosos de no encontrar un buen lugar, no como yo, que la compré a tiempo, por supuesto, no la entrada mas cara, pero el precio suficiente como para asegurarme un buen lugar.

Diez minutos antes de que comenzara el concierto, ya estaba en la puerta del teatro, por suerte no había que hacer cola, sólo subir y buscar la ubicación. Como el resto de la gente, subí por la escalera mecánica, y como otro grupo de gente, después tomé la segunda escalera. Entusiasmada me dirigí a la puerta, "no, es más arriba". Bueno, busqué la siguiente escalera. Ya quedábamos menos, otro piso más, y otro más, creo que al final éramos 5..el paraíso es para los elegidos, dicen.

Si, para la gente a la que le ven cara de naba como a mi. "Balcón F fila 28" significa, "anteúltima fila del último piso, más o menos por el medio tirando a la derecha, arriba de todo el mundo". Entonces me acordé de la vendedora, de la madre de la vendedora, de su hermana, de la bisabuela. Cuando ya estaba llegando al chozno nacido en el pueblito de pescadores del sur de Francia, apareció una pareja de setentones, se sentaron al lado mío. La señora miró su butaca, miró la entrada, miró el escenario, me miró a mí (..y,.. tengo cara de naba) y me preguntó "pero a vos también te dijeron que era una buena ubicación?"..ah, bueno, me sentí un poco mejor...discriminan a los nabos y a los ancianos, algo de consuelo. Le dije "ah, pero peor hubiera sido en la última, señalando a los que estaban sentados atrás mio, si, había como 10"



7h30 en punto empezó, tal como estaba programado. Primero entraron los músicos y después él, y en cuanto empezó a tocar me olvidé de todo, me acordé de todas sus películas, de Mia Farrow, de Diane Keaton, de Jude Law...y bueno, no era tan terrible al final. Y tocó y tocó, y cuando nos saludó..ay, no lo podía creer estar escuchando esa vocecita, jeje.

El zoom de la cámara resultó ser bueno aunque me di cuenta casi al final, es que nunca estuve a 45 km del escenario, pero finalmente algo registré





Finalmente tocó casi 3 horas, hizo como 5 bises y entró a saludar como 6 veces, si..es un tipo encantador, que logra como siempre, hacernos sonreir.

Inolvidable!

domingo, 22 de junio de 2008

martes, 3 de junio de 2008

jueves, 1 de mayo de 2008

miércoles, 30 de abril de 2008

Fui y volví..

30 de abril y caigo en la cuenta de que este mes estuve ausente..como si me hubiera ido de Montréal.

Si, me fui unos días, allá por inicios de Abril, me fui al sur, me animé. Y realmente puedo decir que todo el esfuerzo que me llevó obtener la visa para "cruzar al paraíso" fue más que recompensado. San Francisco fue, sencillamente, un paraíso de tres días. Lo sospechaba, aunque no por las guías de turismo que accedí a hojear (porque rara vez consulto una guía de turismo antes de hacer un viaje, no sé si es porque generalmente nunca tengo mucho tiempo de hacerlo, o plata para comprarlas, o si es porque para mí lo mejor de un viaje es ante todo la sorpresa). Esta vez, por sugerencia de Diane, que me recordó que en la biblioteca nacional podía obtener unas muy buenas y actualizadas, acepté. Y entonces saqué dos guías de San Francisco, como para tener una idea del destino. Pero no me dejé tentar, llegué sólo a las primeras páginas, a los mapas, a los circuitos sugeridos. Fue suficiente, porque estaba la palabra "mar". Mar al norte, al este, al oeste. Y después mi papá, que me hizo acordar de la canción de Tony Benett "I left my heart in San Francisco", como olvidarla, la escuchaba cuando era chica, generalmente cuando estábamos de vacaciones y papá se llevaba todos los casettes para escuchar mientras cocinaba o nos preparaba un asado. Me imaginé escuchándola de nuevo, como si hubiera estado destinada para mí. Por eso sospeché que San Francisco me iba a gustar..

La frase "sobran las palabras", nunca más justa.

Palo Alto, mi primer destino.



Tren a San Francisco



I left my heart..




Fauna



El barrio Chino







El barrio italiano



Blanco y Negro

lunes, 10 de marzo de 2008

sábado, 8 de marzo de 2008

Ottawa y las puertas del paraiso..

Para el día siguiente del examen que nunca fue, había planeado pasar una jornada semi-turística en la provincia de Ontario. Este sería mi primer viajar a Canadá...al Canadá que se exporta al mundo, el Canadá donde vive al 75% de la población, el de la banderita roja y blanca con la hoja de Arce en el centro, el Canadá inglés.

Estaba ansiosa por salir de Québec, por cruzar la frontera. Esta vez sería el turno de conocer Ottawa, más conocida como la capital de Canadá, una especie de Brasilia brasileña o de quasi Viedma Argentina. Ottawa queda a dos horas de Québec, apenas separada de la Belle Province por un estrecho rio. Pero la distancia es grande, sólo basta con mirar los nombres de las calles...



El motivo del viaje era realizar el trámite de la visa de Estados Unidos...y acá empieza la historia.

Odisea al paraíso

Para poder tramitar la visa de Estados Unidos es necesario pedir una entrevista en el consulado. Para pedir la entrevista en el consulado es necesario completar un formulario en internet y mirar cada 5 minutos la página web donde figuran los horarios de las entrevistas disponibles para ver si, por esos milagros de la vida, uno ha sido "el" elegido y justo en ese preciso momento aparece un horario disponible. Imagínense miles de personas luchando virtualmente para conseguir un lugarcito...no hay sangre pero la pantalla salpica. En Montréal, las citas estaban absolutamente completas para las siguientes 8 semanas. Decidí finalmente tentar mi suerte en Ottawa, si no me daban la visa, al menos conocería otra ciudad y así habría justificado el desembolso...(porque claro, la entrada al paraíso no es gratis).

La cita era el miércoles a las 9h30 de la mañana. Para ello, tendría que tomar el ómnibus de las 6h00 en la Estación Central, que queda más o menos a 15 cuadras de mi casa.

Llegó finalmente el día de la entrevista. Me desperté tempranito, preparé todos mis papeles, me emponché y salí, ilusionada con pasar una soleada jornada de invierno por las calles de Ottawa. Abrí la puerta de mi casa....15 cm de nieve y una cortina blanca que me separaba del mundo, movida por el viento. En pocas palabras, una tormenta de nieve..claro, con el asunto del examen no había tenido tiempo de mirar el pronóstico meteorológico.

Evidentemente, el día empezaba dificil. Caminé lo más rápido que pude para llegar a tiempo a la terminal, porque además tenía que sacar plata del cajero antes de viajar, no tenía ni una moneda. Al entrar a la terminal escucho el anuncio de mi ómnibus, todavía tenía unos minutos. Busqué entonces el cajero, puse la tarjeta...."lo lamentamos pero no podemos darle dinero". "Y ahora qué hago? Si este cajero no opera con mi banco, menos lo va a hacer el de Ottawa. Y cómo voy a llegar al consulado sin plata para un taxi, en medio de la tormenta de nieve?"...Me quedaban sólo 10 minutos para que saliera mi ómnibus. Y perderlo era perder la entrevista, porque el próximo saldría una hora después, si a eso le sumaba la tormenta, llegaría como mínimo a las 10hs de la manana

Salí corriendo a buscar el cajero de mi banco que está a dos cuadras de la estación. Pero a esa hora casi nadie había caminado por esas calles, eso quiere decir que no había caminito, sólo colchón de nieve, y yo saltando encima como una loca, para llegar a tiempo.

Finalmente llegué al cajero, que como era de esperar, estaba cerrado. Tenía que poner mi tarjeta en la lectora óptica para abrir la puerta..pero no la encontraba! Probé cuanto agujero había, obviamente era el último.

Se abrió la puerta. Entré y elegí el cajero más cercano, puse la tarjeta. La pantalla decía "inserte su tarjeta"..pero ya la puse! Esperé. Apareció otra pantalla que decía "Inserte su tarjeta"..."me tragó la tarjeta! claro, porque estaba húmeda por la nieve, no lo puedo creer!"
Evidentemente no me podía ir si mi tarjeta había quedado adentro, además tampoco tenía plata. Empecé a tocar los botones..."Ingrese su clave", pero los botones no funcionaban.. "Puede retirar su tarjeta". La tarjeta sale. Respiro. Pruebo en el cajero de al lado. Otra vez lo mismo. Pruebo en el tercer cajero (el último que quedaba)...Sale la plata.

Me voy corriendo de nuevo... Llegué a la terminal casi sin respiración..5h57. Voy a la puerta donde salía mi omnibus, y una señora me dice "está atrasado por la tormenta".

Me senté. Al menos no había perdido el micro, pero claro, si estaba atrasado por la tormenta, quiere decir que llegaría atrasado a Ottawa. Supuse que delante del consulado también nevaría (aunque nunca se sabe) y que entonces me perdonarían y me dejarían pasar igual, o al menos me dejarían un rato en el limbo...

Finalmente el micro llegó, retrasado...como 8 minutos tarde (retraso de Québec). Subí al micro. Le pregunto al chofer "tiene idea de cuánto tardaremos".."Uy, yo tardé como tres horas y media para venir y eso que no había tránsito". Ah, qué lindo...bueno, al menos tendría la oportunidad de experimentar una tormenta de nieve con tránsito en la ruta, no todos los días...eh!

Evidentemente las medidas del tiempo en Québec no son las mismas que en otras partes del planeta. Llegué a la estación de Ottawa 9h15. El chofer me había dicho "la estación está llena de taxis estacionados en la puerta"...Miré por la ventanilla, no había ninguno. Sólo un auto, en el medio del estacionamiento, parecía que el chofer se había bajado a comprar algo. Bajé del micro, me fui corriendo al estacionamiento..por suerte el auto seguía ahí y efectivamente, era un taxi.
(aunque si no lo era me iba a tener que llevar igual al consulado!) Le dí la dirección al chofer, "ah, vas al consulado", "No te preocupes, 9h30 estás en la puerta"...Sin duda, el angel de la guarda.

Llegué 9h30 (hora exacta) a la puerta del consulado, un edifico de una sola planta que ocupa casi una manzana. Los guardias de la garita de vigilancia me indicaron que la entrada para el trámite de la visa era a 50m. Y en el consulado también nevaba, y bastante. Llegué a la puerta, y me sumé a la fila de 10 personas que esperaban como yo, a la intemperie. Ahí constaté que había un solo guardia, que tenía como función revisar la carta de admisión de cada persona, para después autorizar el acceso. Sin la autorización, no había acceso, osea, derecho a un techo. Como se imaginarán, todos luchando para que el guardia leyera la carta y nos dejara resguardarnos de la nieve. Una vez adentro, deberíamos hacer otra cola para poder pasar al detector de metales, luego a la puerta semiautomática, hasta llegar finalmente a la sala de atención...el paraíso es para los valientes.

Me toca mi turno. Le doy la carta al guardia. "Si tenés celular o algún otro aparato electrónico me lo tenés que dar porque no se puede entrar con ningun aparato". "Si, tengo mi cámara de fotos, te dejo directamente mi mochila". "Ah, no, tampoco podés entrar con la mochila, no se puede entrar con ningún bolso". "Pero te lo dejo, no hay problema". "No, yo no puedo guardar tu bolso, asi que no podés entrar con el bolso, tenés que dejarlo en otro lado". "Pero dónde lo voy a dejar si estoy sola, y acá no hay nada y estamos en medio de una tormenta de nieve?". "Y, no sé, acá a dos cuadras hay un shopping, y tienen lockers". "Vos me estás diciendo que yo me tengo que ir en el medio de la tormenta al shopping a dejar mi bolso en un locker". "Si". "it's crazy, it's crazy".

Bueno, imaginarán mi cara. Me fui a la otra garita, para preguntarles si era un blooper de Tinelli. De la bronca que tenía, casi me pisa el camioncito que levanta la nieve. Evidentemente la respuesta fue "no, es verdad" a pesar de mis lágrimas. Crucé entonces a unos negocios que estaban enfrente de la embajada, "me pueden tener el bolso un rato mientr..?", "Noooo, el consulado nos prohíbe que aceptemos los bolsos..". "Si, los bolsos de los nabos como yo. Cómo se me va a ocurrir viajar de Montréal a Ottawa a hacer un trámite, con 10 grados bajo cero, en medio de la tormenta de nieve y con un bolso? Es una locura"..

La gente del negocio me indicó muy amablemente donde quedaba el shopping. Me fui al shopping, subí al primer piso. Le pregunté a alguien si existía algo parecido a un locker, ya a esa altura me daba lo mismo. "Si, el centro de atención al cliente". Me atiende una chica, le explico, "ah, venis por el consulado, son $2"...Claro, no sólo tuve que pagar: la llamada teléfonica para pedir información sobre como pedir la entrevista, el acceso a internet para pedir la entrevista, el derecho a la visa, el viaje a Ottawa, el taxi, sino también...el cuidado del bolso.

Volví al consulado "Si, pasá, me acuerdo de vos". "Te dejo la billetera, la bomba la llevo en el bolsillo"...no, no se lo dije.

Pasé la primera puerta. Ahí tuve que esperar 20 minutos hasta que me dieron derecho a pasar al detector de metales. En ese lapso, entró una pareja con un bebé y un nene. El esposo llevaba un bolso con la mamadera y los pañales, una ridiculez total por supuesto..Le hicieron vaciar el bolso, y el tipo tuvo que irse mientras su mujer se quedaba sola con los dos nenes, y encima, una petisa gordinflona que le dice, "Pero ud. no puede apoyar ahí su bolso, se lo tiene que llevar"...Y se lo llevó.

Bueno, entré finalmente. Otra cola para revisar los papeles. En la pared de la derecha un cartel que dice "Denunciar a un terrorista es peligroso, pero si lo hace le daremos 5 millones de dólares". Y en la otra pared, las fotos de los 10 fugitivos mas buscados por el FBI, obviamente, empezando por Osama Bin Laden. Sólo faltaba que apareciera Harrison Ford para decirme "pero no sabés que está prohibido cerrar la puerta del baño?!"

Una vez entregados todos los papeles, sólo queda sentarse a esperar que llamen a tu nombre. Mientras esperaba, llamaron a unos hindúes, a unos de aspecto ucraniano acompanados por un traductor porque no hablaban inglés ni francés, a unos asiáticos, a una pareja de 70 años de aspecto turco, a una familia de venezolanos, a varios de origen africano, y finalmente a mí. Después de tomarme las huellas digitales, me hicieron ir a otra ventanilla, por suerte me tocó la señora rubia que sonreía. "Ah, vivis en Québec, te hablo en francés entonces", "Ah, estudiás, que lindo", "Ah, te vas a una conferencia, qué interesante". "Bueno, en una semana te llega la visa". Yo había llevado 25 documentos para demostrar que no quería quedarme a vivir en las playas de California ni aunque me pagaran...pero al final no fue necesario. Nada, ni un papelito me pidieron...Tan fácil era?

Cerca de las 12h00, ya estaba afuera de nuevo, bajo la nieve claro. Sin el pasaporte, porque te lo mandan por correo...no vaya a ser cosa que el sufrimiento haya sido poco. Osea, estaré sencillamente indocumentada hasta que me llegue el pasaporte a mi casa...espero que no tenga que contar otra historia.

Decidida a disfrutar de lo que quedaba de mi día en Ottawa, me fui a almorzar. Obviamente, primero tuve que recuperar mi bolso. Por suerte estaba y las cosas que tenía adentro también. Al menos tuve suerte, en el mostrador tenían mapas de Ottawa y como no había tenido tiempo de buscar ninguno, al menos me sirvió para planear mi caminata, sobre todo porque muy lejos no me iba a poder ir.

Caminé algunas cuadras, y después me metí en un café a almorzar. A los cafés chicos les dicen "Tall"...por qué siempre todo tan difícil?




La verdad que el clima no invitaba a salir otra vez, entonces decidí meterme en algún museo. Caí finalmente en el Museo de Bellas Artes, justo a la vuelta del consulado. La verdad que fue una buena idea, porque el edificio es todo vidriado, entonces una vez dentro, se puede contemplar el paisaje: El Parlamento, el rio..y la nieve.

Así que pasé el resto del tiempo que me quedaba en el museo. En una de las salas, rodeada de angeles flotantes y de señores de barba blanca, encontré un sillón y me quedé dormida un rato, hasta que un guardia me preguntó si me pasaba algo..."No, todo bien", pobre, si le explicaba no terminaba más.

Me quedé hasta la hora del cierre, las 5hs de la tarde. Y obviamente cuando salí..había terminado de nevar, y había salido el sol!. Así que aproveché para caminar un poco más por los alrededores del museo.

Y para aprovechar ese último rato, considerando que no hacía tanto frío, me fui caminando a la terminal, así tendría oportunidad de conocer un poco más del centro de la ciudad.



Después de 20 minutos finalmente llegué a la terminal...realmente no veía la hora de subirme al micro. Entré a la estación, y me dirigí a la boletería, para preguntarle al vendedor cuál era la puerta para tomar el micro. "Hola, quiero ir a Ottawa".."Estás en Ottawa". Entonces le repito, con voz más convincente "Quiero ir a Ottawa!"...."Estás en Ottawa"...Y ahí me di cuenta "ah, claro, no..quiero ir a Montréal"..."Puerta 8". Me fui al baño y no podía parar de reirme, pobre tipo..debe haber pensado que estaba dada vuelta, es que con sólo mirar mi aspecto después de todo este día, lo menos que podía pensar es que había salido de algún neuropsiquiátrico...

Finalmente tomé el micro, puntualmente a las 6hs de la tarde como estaba previsto. Y volví a Montréal...a mi casa, a mi paraíso, al fin.

PD: Me faltó agregar que esto no terminó ah­i. Adivinen qué pasó cuando fui al correo, a retirar el sobre que tenía el pasaporte? Me pidieron un documento de identidad! "Pero es que justamente es lo que vengo a retirar, mi pasaporte, el único documento de identidad válido en este país!" "Ay, lo sentimos mucho, no podemos darte el sobre si no nos das un documento de identidad"...No se como, me acordé que tenía el DNI Argentino...y se lo di, diganme qué habrá entendido el chabón si estaba en castellano...Si fuera Condorito, Plop!

martes, 4 de marzo de 2008

El 35 de marzo

Este día estaba marcado en el calendario desde hace más o menos un mes: 4 de marzo, día del examen.

El examen consiste en defender (o mejor, atajar, evadir, evitar..) las preguntas de tres señores profesores que buscan saber si, más o menos, soy capaz de seguir adelante por mí misma en este maravilloso mundo de la demografía. Una especie de ritual de pasaje, como cuando pasás del jardín a primer grado, de quinto año a la facultad, de vivir con tus viejos a vivir sola, de la cama simple a la cama doble. O casi como parir un hijo, salvo que aquí se trata de dar a luz un niño que pueda sostenerse y caminar solo unos metros desde el primer día, un niño de unos 8 kilos...vaya si pesa mientras dura la espera.

Ayer a la noche, mientras daba vueltas en la cama rodeada de papeles y de resúmenes, pensando en todo lo que no llegué a leer, en todo lo que probablemente iba a olvidar al despertarme, en qué estrategia implementar para no quedarme muda en "ese" momento, intenté recordar cuándo había sido la última vez que había tenido esas cosquillas en el estómago, ese aleteo que empieza a la altura de las costillas y que sube vibrando hasta la garganta y se queda ahí por un rato, y desaparece, hasta que comienza otra vez. Si, hacía bastante que no me pasaba, es que tampoco hay tantas instancias en la vida que nos lleven a ese estado, a ese momento en el que sabemos que algo va a dejar de ser lo que era, que algo va a cambiar y que algo entonces va a morir, para siempre.

Hoy había puesto el despertador a las 8h30, pero obviamente la ansiedad me despertó como dos horas antes. Y entonces tomé mi tiempo para acomodarme, para desayunar. "Qué me pongo ? y bueno, vamos con el pantalón negro que es para los momentos especiales". Y entonces también van las botas largas, y un poco más de color en los cachetes. Y sin mas vueltas me fui, aunque un poco justa sobre la hora, por lo que la última media cuadra terminé corriéndola, como siempre.

LLegué al instituto, en la pantalla de bienvenida figuraba "Examen de Constanza S.", chau, esto es en serio. Todavía tenía tiempo de dar la vuelta y escapar, pero la puerta del ascensor se cerró rápido. Y enfilé para el 7mo piso, preparando alguna excusa por los cinco minutos de retraso. Y llegué a la sala, por suerte todavía estaban preparando el proyector, no iban a ser necesarias las excusas. Tomé entonces tiempo para acomodarme, me di cuenta de que me había olvidado en mi casa la copia impresa del trabajo, que tonta, siempre lo mismo. Pero bueno, ya estaba jugada. Llegaron dos de los tres profesores "un poco nerviosa?,bueno, siempre un poco hace bien" Si, claro, hace bien...Y nos sentamos. A esperar. A esperar a mi director, que a veces tiene también problemas de puntualidad (a veces llega como 10 minutos tarde). Y esperamos.

Y esperamos.

Y seguimos esperando. Porque nunca llegó...mi director me dejó plantada. Lo había agendado para el martes de la semana que viene. Imposible adelantarlo para hoy a la tarde porque hay otro examen, imposible esta semana porque los otros profesores tienen compromisos. Hoy no, mi'jita, hoy no.

Guardé mis cosas y me fui. Salí a escurrirme entre la nieve que ya empezó a derretirse. Y caminé y caminé, tratando de entender por qué mis fechas no se cumplen, por qué no son el día programado, el día que figura en la tarjeta, ese día.

Por que no. Porque mis permutaciones, mis cambios, mis transmutaciones, mis revoluciones no saben lidiar con aplausos, ni con cotillón ni con fiesta. No quieren pantalón negro ni vestido blanco. Llegan mientras me tomo un café con leche, mientras camino por el Viejo Puerto, mirando el rio.

Y entonces a estos tres señores, les repondo, hoy, 4 de marzo, que si, que después de un año y medio llegué. Porque no necesito ese examen para saberlo...

Para agendar la nueva fecha del examen: el 35 de Marzo.

lunes, 25 de febrero de 2008

"Lunes enamoradas"

Ayer domingo, estudié contenta durante todo el día sabiendo que desde las 19h30 en adelante tendría derecho a una merecida pausa para mirar, nada más y nada menos, que la alfombra roja de los Oscars y después la entrega de los premios.

No podría decir desde cuando..pero tengo innumerables recuerdos de domingos, sentada frente al televisor hasta las 1hs o 2hs de la mañana, esperando saber quien se llevaría finalmente el Oscar a la mejor película, al mejor director, y por supuesto, al mejor actor. Recuerdo que cuando era chica era realmente uno de los acontecimientos del año, en una época en la que el espectáculo nos llegaba sólo a través de la tele, en vivo y en directo, ni video ni DVD ni internet ni nada. Por eso quizas, mucho mas emocionante.

En fin, confieso que cada año, para esta fecha, surge en mi un sentimiento de cholulaje absoluto que no puedo ocultar, ni justificar, ni teorizar. Simplemente, me encanta mirar los vestidos, y los peinados, y los actores por supuesto, y las amantes, esposas y novias de los actores, todos divinos, muñequitos de torta, como en toda fiesta.

Ayer, mientras todos esperábamos el plato fuerte de la noche, se llevará George Clooney (sin palabras..) el Oscar al mejor actor ? y le dará un beso apasionado a su novia novia, una semi-pelirroja que rondará los 25 años y que dicen, lo flechó mientras le servía whisky en Las Vegas ? ...apareció él.

El es Javier Bardem, actor español que descubrí hace unos años en la peli "Los lunes al sol" (la historia de un grupo de hombres desempleados en un pueblo costero de Asturias). Después me rencontré con él en "Mar adentro" (una historia dura y triste, la de un hombre postrado e inmóvil y que busca ayuda para poder terminar con su dolor, la muerte). Y claro, ya fue imposible olvidarse de él...



La película que lo trajo ayer a esta ceremonia es "No country for old men" de los hermanos Cohen, peli que finalmente ganó el premio al mejor director y a la mejor película, y al mejor actor de reparto. Javier se llevó su Oscar, por primera vez.

Subió al escenario. En un perfecto inglés hizo las dedicatorias de rigor, y mientras todas las mujeres esperábamos ansiosas ver en la pantalla la imagen de ella, de su mujer, porque evidentemente tendría que haber alguna preciosura sentada a su lado en semejante acontecimiento...sucedió esto:

"...Mamá, esto es para ti. Esto es para tus abuelos, para tus padres, Rafael y Matilde. Esto es para los cómicos de España que han traído la dignidad y el orgullo a nuestro oficio. Esto es para España. Y esto es para todos vosotros", dijo luego en español, mientras la actriz Pilar Bardem, no se perdía una palabra de su hijo desde la platea."



Gracias Javier, nos enamoraste a todas...

Ahh.. George Clooney no ganó (..pero creo que no nos importó tanto).

domingo, 17 de febrero de 2008

Domingo en el Parc Lafontaine



Frío y nieve, pero siempre esa sensación de armonía, de inocencia, todo tan simple.

domingo, 10 de febrero de 2008

La ley de las sorpresas

(textos sin autor que llegan, golpean y luego siguen su camino..)

"No hay certeza y esto es parte de nuestro aprendizaje, saber elegir sin conocer el resultado final, saber elegir guiados por el deseo y la intuición..."

"No podemos ver el resultado final de una posible elección porque este no existe, este no está escrito, este final nos toca a nosotros construirlo."

"Los apegos nos atan y nos encarcelan a una idea, una ciudad, un proyecto, nuestra familia, al dinero, al pasado, a nuestros muebles, nuestros recuerdos... el vivir sin apegos nos da libertad... libertad de movernos, de hacer y crear sobre lo nuevo, de reinventarnos, renacer y liberar tantos sueños como sea posible."

"Desapego no significa ser indiferentes, apáticos o mostrar falta de interés con las personas, las cosas o las circunstancias, tampoco es decir que algo no es responsabilidad nuestra cuando sí lo es. Tampoco es hacer caso omiso de las necesidades y los sentimientos de los demás. El desapego es saber qué es lo que queremos y estar abiertos... ese algo que queremos puede llegar de muchas maneras, en tiempos diferentes al que esperamos, con forma diferente y por medios diferentes. Las cosas no siempre se nos dan en el momento y en la forma en que lo pedimos".

El desapego es la ley de las sorpresas.

domingo, 3 de febrero de 2008

de Québec a Mendoza

A fin de año, asi por casualidad, lo conoci a Vincent, un québecois de pura cepa, nacido y criado en la campaña, cerca de las montañas de Saint-Jêrome. Lo que motivó la charla fue su sorpresa al descubrir que yo soy argentina, y que la argentina sería el destino de sus vacaciones a partir de la semana siguiente. El 6 de Enero Vincent se fue a Mendoza, para escalar el "Centinela de Piedra", más conocido entre nosotros como el Aconcagua. Imagino que para él encontrarse en Montréal con alguien de la Argentina simbolizaba el inicio del viaje, la aproximación hacia lo que todavía parece lejano y desconocido. Lo que sucedió después, es parte de su historia.

Hoy encontré una nota en La Nación que narra la experiencia de un alpinista en ese mismo sitio, hace unos meses. Y entonces me acordé de Vincent y de sus sueños, que estarán a punto de concretarse. Imagino que se deben parecer en algo a esto. El relato que sigue pertenece a Hector D'Amico.

"Atreverse a la cumbre del Aconcagua, la montaña más alta del continente y del hemisferio sur, es como ir a golpear a las puertas del cielo sin haber sido invitado. A casi 7000 metros sobre el nivel del mar, con poco oxígeno, bajas temperaturas y un clima que tiene reputación en el alpinismo mundial por lo caprichoso y extremo, nadie puede decir de antemano que tiene asegurado el derecho de admisión.

Lo comprobamos en carne propia poco antes de Navidad, la mañana en que salimos en busca de la cima después de llevar una semana y media escalando y haciendo excursiones de aclimatación. Fue una lección inesperada y, en más de un sentido, brutal.

Las dos noches previas habíamos dormido a 5930 metros, demorados por una tormenta de nieve, dentro de una pequeña carpa amarilla sacudida sin tregua por ráfagas de viento llegadas desde el Pacífico que amenazaban con arrancarla de las piedras a las que estaba amarrada y hacerla rodar con inquilinos y todo sobre las rocas que cubren el suelo congelado de Berlín, el último campamento antes de la Cumbre Norte. Al amanecer del tercer día, algo debilitados porque no teníamos ganar de comer y por el sueño (a esa altura es difícil dormir más de media hora seguida), supimos que la espera había terminado. El cielo estaba limpio, de un azul intenso, irreal, como pintado, y el nuevo parte meteorológico era optimista. Dos buenos motivos para creer que la foto en la cima, el sueño de todo montañista, estaba un paso más cerca.

Dejamos la carpa vestidos con tres capas de ropa, botas dobles, camperas de duvet, máscaras, dos pares de guantes y cargados con botellones térmicos que habíamos llenado con nieve derretida. Pusimos también en las mochilas los picos de escalar, por si había que atravesar campos de hielo. Las siluetas abultadas por los abrigos y los movimientos lentos nos daban el aspecto de astronautas desembarcados en alguna geografía hostil.

Bajo el cielo despejado y a la luz del amanecer, el campamento ahora parecía otro: las cinco o seis carpas levantadas al borde del abismo se destacaban como la única nota de color en medio del paisaje sin límites, silencioso, tan ajeno a cualquier escala humana que provoca vértigo, y rodeado por montañas cuyos picos asoman distraídamente por encima de las nubes.

El grupo era reducido, de sólo cuatro personas: Pablo Pilotta, un guía de Mar del Plata con varias cumbres en diferentes países, carácter y gran sentido del humor; Juan Manuel Raselli, su discípulo y asistente; Daniel Merle, editor de fotografía de La Nacion y que intentaba por segunda vez el Aconcagua, y este cronista. En el momento en que decidimos por fin ir por la cumbre, Juan Manuel no pudo acompañarnos. Tuvo que quedarse acostado en la bolsa de dormir, solo, convaleciente, después de pasar una noche miserable afectado por la altura, entre mareos y vómitos. Su único consuelo fue que ya no estaba en la fragilidad de la carpa, sino en el refugio de madera de Berlín, abandonado la noche previa por una expedición ecuatoriana. Sólo tres de nosotros intentaríamos entonces llegar hasta el final.

La regla de las tres D

Lo que sucedió más tarde en el tramo superior de la llamada ruta normal, que conduce de Berlín a la Cumbre Norte, es algo que Daniel no podrá olvidar, aunque lo intente. Tampoco nosotros. Los hechos, a grandes rasgos, ocurrieron así.

Unas dos horas después de dejar el campamento, mientras encarábamos una pendiente pronunciada y cubierta de nieve, en la que distinguíamos las huellas de un grupo que nos precedía, Daniel se detuvo de golpe sin decir palabra. Una tregua, pensamos; seguro que el esfuerzo lo dejó sin aliento y necesita cambiar el ritmo de la respiración. Pero tiró los bastones y se dejó caer sobre la nieve sin siquiera quitarse la mochila. Desde el suelo trató de explicar algo, pero no le entendimos. Estaba agotado, confundido. Era evidente el esfuerzo que hacía para tragar bocanadas de aire y compensar la pobreza de oxígeno de la atmósfera enrarecida. El guía hizo un gesto para que nos alejáramos unos pasos. Su diagnóstico fue una cachetada. "No sólo no va a dar un paso más hacia arriba –dijo–; tampoco creo que pueda bajar."

Daniel había cambiado de posición y estaba recostado sobre la mochila en un intento por amortiguar el peso del cuerpo. Tenía la mirada perdida y el gesto de agobio de alguien que está exhausto. Los labios le habían cambiado de color. Durante el entrenamiento, yo había leído varios artículos acerca del mal agudo de montaña y sus efectos impredecibles, pero por primera vez me encontraba ante una víctima real que no sólo seguía allí, acostada en la nieve, sino que, además, no parecía comprender lo que sucedía a su alrededor.

Inmovilizados a 6200 metros, la ausencia de Juan Manuel empeoraba las cosas. No sabíamos si Daniel volvería a ponerse de pie, ni cuándo; tampoco si soportaría el peso de la mochila. El médico más cercano estaba unos dos mil metros más abajo. El único helicóptero que opera en el Parque Aconcagua no había aparecido todavía esta temporada; además, estábamos a demasiada altura para un rescate en helicóptero.

El guía decidió que no había otra salida que "seguir la regla de las tres D". Descender, descender y descender, explicó: son las tres únicas cosas que uno puede hacer cuando alguien está en problemas. Después se acercó a su mochila, la abrió y mientras buscaba algo en su interior preguntó. "¿Sabés cómo se conectan los tubos? Tengo uno acá, el otro quedó en Berlín."

Hablaba de los tubos con oxígeno comprimido, sobre los cuales habíamos hecho bromas sin parar durante el ascenso y que en un comienzo nos habíamos negado a traer. Los considerábamos una excentricidad, como salir de casa cada mañana con paraguas. Son de aluminio ultraliviano, del tamaño de un termo grande, y tienen una capacidad de 400 litros cada uno. Los especialistas en medicina aeronáutica que nos ayudaron a entrenar para el ascenso (ver recuadro) fueron los que dieron el alerta: no llevar oxígeno arriba de los 5000 metros es como jugar a la ruleta rusa con un revólver cargado con todas las balas. Al final cedimos, aunque sabíamos que casi nadie va al Aconcagua con oxígeno.

Alquilamos los tubos en Avellaneda y los transportamos en auto más de mil kilómetros porque las compañías aéreas y de ómnibus prohíben llevarlos en las bodegas. Lo consideran "material peligroso". A lomo de mula primero y con la ayuda de porteadores después, fueron subidos desde la entrada del Parque Provincial Aconcagua hasta cada campamento de altura.

Una noche de insomnio alguien hizo una pregunta para la que nadie tenía respuesta: qué pasaría con la pobre mula que cargaba los tubos si se despeñaba en un barranco.

Un descenso contra reloj

El oxígeno tuvo en Daniel un efecto mágico. Quince minutos después de introducirle dos pequeñas cánulas de plástico en la nariz y de abrir la válvula de paso, su aspecto empezó a mejorar y sus frases a tener sentido. Pero el guía señaló otro peligro. Continuábamos a 6000 metros, sometidos a la voluntad de una meteorología implacable y en el mejor de los casos el oxígeno duraría unas ocho horas. Con o sin su colaboración a Daniel teníamos que evacuarlo, ayudarlo a llegar a Berlín, confiar en que Juan Manuel estuviese recuperado, desarmar rápido el campamento, cargar el equipo y seguir hacia abajo.

Como siempre, la montaña imponía el ritmo. La ilusión del día de cumbre, los preparativos y los meses de duro entrenamiento ya eran parte del pasado. En el presente sólo había lugar para un descenso en estampida parando en todas: Berlín (5930 metros), Nido de Cóndores (5550), Cambio de Pendiente (5300), Plaza Canadá (5050), Piedra Conway (4750) y Plaza de Mulas (4300). Un porteador con paciencia de monje nos esperó a mitad de camino, bajo una suave nevada, y liberó a Daniel del peso de su equipo.

Esa noche y en esas circunstancias Plaza de Mulas fue mucho más que el modesto asentamiento de frontera que abre sólo cuatro meses al año, el único lugar civilizado en la montaña: nos pareció un oasis en medio de la nada. El bullicio que escapaba de las carpas y el hecho de que en muchas se hablaran idiomas diferentes acentuaba esta impresión. La alegría de estar allí, sin embargo, no fue la suficiente como para olvidar los precios exorbitantes que nos habían cobrado días antes, cuando iniciábamos el ascenso. Quince dólares por una ducha caliente. Cinco por una toalla. Diez por una llamada de teléfono de cinco minutos. Quince por otros tantos minutos de Internet. Cada vez que uno paga siente que está comprando la última Coca-Cola del desierto.

El capítulo final de la retirada fue al día siguiente, a lomo de mula. Guiados esta vez por un arriero, volvimos a hacer de un tirón los treinta kilómetros hasta la entrada del parque. Las mulas, para ser honestos, se encargaron de todo: los jinetes nos limitábamos a juntar coraje o a cerrar los ojos cuando los animales encaraban un sendero pegado al precipicio o vadeaban arroyos de verano desbordados por una furiosa corriente de agua espesa y color chocolate. El camino era un magnífico catálogo de paisajes cordilleranos: el caluroso desierto de Playa Ancha, la temida Cuesta Brava, los infinitos obeliscos de hielo de los penitentes y la rumorosa quebrada del río Horcones, cubierta de manchones de flores silvestres que aroman el aire, y cuyos pasos por momentos son tan estrechos que podíamos escuchar el tintineo de los estribos al golpear contra las rocas. Fue en esa quebrada donde Daniel decidió darse el alta. Cuando las mulas pararon a tomar agua en un cauce, gritó: "El año que viene vuelvo".

Entre el coraje y la modestia

Es más fácil decir que uno juega al rugby, pesca con mosca o hace yoga que explicar por qué va a la montaña. Lo saben, entre otros, los siete mil escaladores, la mayoría de ellos extranjeros, que esta temporada intentan conquistar la cumbre. Pero no es un caso de mala prensa. Se trata más bien de una percepción bastante extendida y errónea que asocia sin excepción y como si fuesen partes de un todo a los escaladores con el sufrimiento, los accidentes y la tragedia.

Es verdad que la lista de víctimas fatales en el Aconcagua ya registra cien nombres. También es cierto que pasar la noche en la altura puede convertirse en una pesadilla porque todo se congela, desde el dentífrico y el protector solar hasta el circuito de las cámaras de fotos, y es necesario orinar dentro de la carpa en botellones de boca ancha porque hacerlo a la intemperie implica riesgos adicionales. Además, para no deshidratarse, hay que beber agua como un camello hasta consumir de tres a cinco litros diarios. La consulta permanente con el oxímetro aporta otra cuota de estrés. Es un instrumento del tamaño de un reloj que detecta cómo se reduce la cantidad de oxígeno en la sangre a medida que se asciende y cómo se acelera el ritmo cardíaco en la altura.

Sin embargo, las conversaciones que se escuchan en los campamentos al final del día son el reverso de la moneda. Los rigores de escalar son aceptados como lo que son: parte de las reglas de juego. El ambiente es de optimismo y la certeza compartida es que no existe obstáculo que no pueda ser vencido. El coraje no parece ser el sentimiento dominante en la montaña, sino más bien la prudencia y la curiosidad.

Sebastián Letemendía, uno de los alpinistas argentinos más respetados, está convencido de que escalar es, en definitiva, un ejercicio de humildad. En un libro reciente que documenta sus numerosos ascensos lo explica con estas palabras: "Los grandes espacios, al exponernos durante períodos prolongados a fuerzas superiores, nos hacen replantear nuestra confianza ciega en lo humano. Nos inducen a la modestia, algo de lo que definitivamente carecemos como especie".

Es comprensible que la montaña, inspiradora de las catedrales, siga siendo un escenario propicio para la reflexión, tanto para creyentes como para escépticos y hombres de acción. Hay escaladores que recuerdan su paso por el Aconcagua como un recreo espiritual que demanda más esfuerzo y concentración. Para otros, es la posibilidad de internarse en vastos paisajes de silencio en donde se puede deambular durante días sin encontrar una sola señal del tercer milenio.

No hay dos montañistas iguales

Los franceses que encontramos una mañana caminando rumbo a Plaza Francia pertenecen, sin duda, al grupo de quienes buscan algo más en la montaña. Ella era joven, atractiva, y fue la primera que vimos aparecer en el sendero. El marchaba detrás, era ciego y la doblaba en edad. El hombre la sujetaba de la cintura con una mano mientras que con la otra aferraba un bastón blanco con el que tanteaba las piedras. Le pidieron al guía precisiones sobre las dificultades que encontrarían más adelante. Estaban orgullosos de haber alcanzado los 4000 metros. Se sentaron los dos sobre una roca a tomar agua y, si no fuera por el bastón y el hecho de que llevaban sólo una mochila liviana, era fácil confundirlos con una pareja más de escaladores. El hombre comentó que se sentía muy feliz y que pensaban regresar esa misma tarde a Confluencia, donde habían dejado la carpa. "El murmullo del río Horcones –nos dijo– es una gran compañía. La única molestia que siento es en las rodillas cuando bajo pendientes en las que hay piedras sueltas."

La admiración que despertó la pareja de franceses, cuyos nombres jamás supimos, duró lo que demoraron en marcharse. El guía, tal vez con la intención de darnos un baño de realidad, recordó algunas historias de los llamados "clientes imposibles".

Mencionó primero el caso del comerciante que vendió su casa y su auto para financiar sucesivas expediciones y convertirse en una celebridad en su país: ser el primer cubano en subir al Aconcagua. Estaba convencido de que ese récord de alguna manera lo haría millonario. Nunca lo logró. Luego recordó a la empresaria coreana que, agotada y al borde del colapso, despidió al guía que había contratado porque éste se negaba a llevarla en ese estado a la cumbre. Dos guardias tuvieron que subir hasta el campamento en el que ella estaba moribunda pero atrincherada y la escoltaron hasta un lugar seguro. El caso más incomprensible, sin duda, es el del hombre que decidió subir desnudo a la cima. Ningún guía quiso ascender con él. Era alguien al que Joaquín Sabina hubiera considerado el mejor dotado de los alpinistas suicidas.

La ironía de la cumbre que alienta estos desvaríos es que es un páramo helado, del tamaño de dos canchas de tenis, de aspecto hostil y cubierto de rocas. Digamos que tiene el encanto de una playa de estacionamiento vacía bajo el sol de febrero. Pero, ya se sabe, la cumbre no es otra cosa que lo que cada uno pone en ella.

Por Héctor D´Amico, La Nación, 3 de febrero de 2008.

Para saber más sobre el Aconcagua: http://www.aconcagua.mendoza.gov.ar/

jueves, 31 de enero de 2008

Novelas a la québecois

Ayer, mientras cenaba, me enganché con una "novela", digamos, una especie de "Son de Fierro" pero Québecois, que se llama "Destinados".
En unos minutos advertimos que la trama no dista mucho de lo conocido, aunque por supuesto, todo está salpicado de la idiosincracia local:

- una pareja de alrededor de 35 años: él acaba de recibir la noticia de que tiene un hermano casi de su misma edad, producto de una relación "oculta" de su padre con otra mujer. Se encuentran a almorzar en su casa. El prepara la barbacue mientras el resto pone la mesa, los hermanos descubren su complicidad al comprobar que ambos comparten la pasión por el cicloturismo

-En un hospital, dos enfermeros están preocupados por descubrir si una de las empleadas está manteniendo una relación clandestina con uno de los médicos. La manera de comprobarlo es abrir la heladera, y verificar si la vianda que ambos han llevado para el almuerzo es la misma, osea, eso quiere decir, que si ambos han puesto fideos en el tupper, es porque han dormido juntos.

- La historia nos lleva también a la situación de otra de las empleadas del hospital, una mujer de alrededor de 40 años, sin pareja, madre de un niño autista. Mientra conversa con una amiga en la cocina de su casa, le cuenta afligida que se siente culpable por haber alimentado a su hijo con productos lacteos y harinas, ya que estudios médicos han demostrado que el autismo está relacionado con la alimentación. La amiga le aconseja que, en la ficha de internet que está completando para buscar pareja, ponga como condición que la persona no coma ni productos lacteos ni harinas, así va a sentirse más comprendida.

- Otro de los médicos del hospital está pasando por una crisis matrimonial. Se encuentra con su ex esposa, y ella le dice que ya no quiere seguir con la relación, que tiene ganas de irse a la China. Pero en Québec, esto no es una metáfora. En la escena siguiente, ella toma un taxi y se va al aeropuerto con las valijas.

...continuará!

domingo, 27 de enero de 2008

De patitas en la calle..

Ayer, alrededor de las 12 del mediodía, decidí salir de mi casa para ir al supermercado. Salir al exterior demanda ciertos trámites: ponerse las botas, los guantes, la bufanda, el gorro, la campera, levantar el cierre, verificar que está todo en orden y que no falta nada. Abrir la puerta que da al pasillo y después la que da a la calle, y salir. Cuando estaba a punto de poner las patitas en la nieve, advertí que me falta algo: las llaves de mi casa. Y evidentemente, iba a ser difícil encontrarlas porque ya había cerrado la primera puerta. Osea, me había quedado afuera. Para estos casos tengo dos alternativas: llamar a uno de mis vecinos, el propietario, que tiene una copia. Si esto no funciona, llamarla a Grazia por teléfono para pedirle la otra. El propietario no estaba, por suerte tenía unas monedas para el teléfono público, pero no sirvió de mucho porque Grazia tampoco estaba en su casa, y el contestador estaba saturado de mensajes. Iba a ser en vano volver a intentarlo, porque ayer me dijo que hoy a las dos de la tarde tenía un almuerzo con un amigo..osea, dificil preveer su horario de llegada.

Salí de la cabina telefónica, aprovechando que nadie sabe qué quiere decir "la put...que te parió" me expresé sin demasiada culpa. Volví hasta mi casa y me paré de nuevo frente a la puerta, para reflexionar sobre las alternativas posibles, aunque no había demasiadas. A las 15h30 tenía una cita en el cine de la estación Atwater, la única opción era hacer tiempo hasta esa hora, ir al cine y después intentar localizar a Grazia otra vez.

Ya resignada y dando por perdido el desafío, lo veo pasar a Kitty (el gato naranja).

-"Que tal, como va todo", me preguntó.
-"Y todo, mal, me quedé afuera otra vez y no tengo la llave", le dije.
-"Si, a mi también me dejan afuera a veces, pero tengo un par de vecinos que me hacen la gamba. Aunque no te recomiendo a los del gato siamés de la otra cuadra porque la comida es bastante floja".

Bajamos la escalera y nos fuimos caminando hasta la esquina. Mientras nos despedíamos, volví la cabeza y lo veo entrar a Trevor, otro de mis vecinos (humano, no gato). Justo esa mañana, había estado pensando en volver a hablar con él por el tema de la terraza que compartimos, ya que lentamente se ha transformado en un museo de cajas de vino y de cerveza...pero vacías!

Corrí para explicarle que había dejado la puerta de calle abierta porque no tenía la llave para cerrarla. Entonces, me dijo muy convencido "ah, pero yo tengo un cuchillo, esperame un minuto". Evidentemente, no era momento para hacerle ningún reclamo...Entró a su casa, buscó el cuchillo, y en el lapso de 5 segundos la puerta de mi casa estaba abierta. Osea..que voy a tener que seguir conviviendo con la bodega Giol, siempre que estoy por retarlo me salva la vida! no es justo!

Otra pregunta "de qué viven los cerrajeros en Montréal?"

domingo, 20 de enero de 2008

viernes, 18 de enero de 2008

Viajeros

Algunas ideas para los que están preparando su viaje...

http://www.arpa.veneto.it/home/htm/viaggiatori_e_viaggiatori_3.asp

domingo, 13 de enero de 2008

Noche de cine: "Paris je t'aime"

Un barrio de París para cada cineasta, cinco minutos para contar sus historias.

Una historia: "14e arrondissement" par Alexander Payne

Carole vive en Denver, Estados Unidos. En el curso de francés, relata la experiencia de su viaje reciente a Paris frente a su profesora y sus compañeros.

Profesora: Quién lee ahora?
Carole: Yo
Profesora: Bueno, adelante.
Carole: Esto es sobre un día especial durante mi reciente viaje a Paris. Toda mi vida había soñado de ir ahi. Por eso he estudiado francés en esta clase para adultos durante dos años. Ahorré mi dinero y fui a Paris por seis día. Aún después de cinco días me afectaba todavía el cambio de hora y estaba un poco cansada todo el tiempo. Era mi primer viaje a Europa. Yo quería ir por dos semanas pero no podía dejar a mis perros Lady y Bumper tanto tiempo solos. Me encantaron los museos y las calles de Paris. Pero la comida no era tan buena como pensaba. Había pensado ir con un grupo en tour pero soy una persona muy independiente, porque como yo trabajo como repartidora de cartas en Denver, estoy acostumbrada a caminar todos los días. Además, quería tener una auténtica aventura extranjera y practicar mi francés.

Dicen muchas cosas sobre Paris. Dicen que es donde los artistas encuentran la inspiración. Dicen que es donde va la gente para encontrar algo nuevo en sus vidas. Dicen que es donde puedes encontrar el amor. Por supuesto, a mi edad yo no esperaba encontrar nada de eso. Sin embargo, durante esos días pensé mucho en mi vida. Pensé que si hubiera nacido en Paris o tuviera suficiente dinero yo podría vivir allí. Me imaginaba repartiendo el correo todos los días en una calle como esta y conocer la gente que vive ahí. Estoy segura de que son muy amables.





Fui a un cementerio famoso, donde hay enterrada gente muy famosa. Vi la tumba de Jean-Paul Sartre y de Simón Bolivar (sic). Mi libro dice que fueron dos escritores franceses muy famosos, y que se amaban mucho y por eso están enterrados juntos. Y vi la tumba de un hombre llamado Porfirio Diaz. Mi libro dice que fue dictador de méxico durante 35 años. Fue interesante estar junto a un hombre tan poderoso que ya no puede moverse ni hablar como yo. Pensé en mi hermana Patty que murió muy joven, y en mi mamá que murió de cáncer el año pasado. Algún día también me enterrarán y es posible que alguien me visite. Pero ya no me importará, estaré muerta. Pero yo no soy una persona triste. Por el contrario, soy una persona feliz, con muchos amigos y dos perros maravillosos. Es sólo que a veces desearía tener a alguien con quien compartir cosas. Por ejemplo, cuando vi Paris desde un rascacielos, quería decile a alguien "No es hermoso?". Pero no había nadie. Pensé en mi ex novio Dave, si él habría disfrutado este viaje. Pero luego me sentí un poco estúpida porque no habíamos hablado en 11 años y ahora él está casado y con 3 hijos.
Luego encontré un parque encantador. Me senté en el parque y comí un sandwich que había comprado. Estaba muy bueno. Luego pasó algo, algo difícil de describir. Ahí sentada y sola, en un país extranjero, lejos de mi trabajo y de toda la gente que conozco, me inundó un sentimiento. Fue como recordar algo que nunca había conocido o que siempre había estado esperando pero no sabía por qué. Tal vez era algo que había olvidado o que me ha faltado toda la vida. Todo lo que puedo decir es que sentí al mismo tiempo la felicidad y la tristeza. Pero no demasiada tristeza, porque me sentía viva. Si, viva. Ese fue el momento en el que me enamoré de Paris, y sentí que Paris también se enamoró de mi.

martes, 8 de enero de 2008

Feliz cumple

7 de enero...

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GRACIAS...ya tengo 33...uno por cada deseo.

domingo, 6 de enero de 2008

Qué están haciendo ahora?

Llegó el invierno...Qué estarán haciendo ahora mis vecinos ?

martes, 1 de enero de 2008