lunes, 10 de marzo de 2008

sábado, 8 de marzo de 2008

Ottawa y las puertas del paraiso..

Para el día siguiente del examen que nunca fue, había planeado pasar una jornada semi-turística en la provincia de Ontario. Este sería mi primer viajar a Canadá...al Canadá que se exporta al mundo, el Canadá donde vive al 75% de la población, el de la banderita roja y blanca con la hoja de Arce en el centro, el Canadá inglés.

Estaba ansiosa por salir de Québec, por cruzar la frontera. Esta vez sería el turno de conocer Ottawa, más conocida como la capital de Canadá, una especie de Brasilia brasileña o de quasi Viedma Argentina. Ottawa queda a dos horas de Québec, apenas separada de la Belle Province por un estrecho rio. Pero la distancia es grande, sólo basta con mirar los nombres de las calles...



El motivo del viaje era realizar el trámite de la visa de Estados Unidos...y acá empieza la historia.

Odisea al paraíso

Para poder tramitar la visa de Estados Unidos es necesario pedir una entrevista en el consulado. Para pedir la entrevista en el consulado es necesario completar un formulario en internet y mirar cada 5 minutos la página web donde figuran los horarios de las entrevistas disponibles para ver si, por esos milagros de la vida, uno ha sido "el" elegido y justo en ese preciso momento aparece un horario disponible. Imagínense miles de personas luchando virtualmente para conseguir un lugarcito...no hay sangre pero la pantalla salpica. En Montréal, las citas estaban absolutamente completas para las siguientes 8 semanas. Decidí finalmente tentar mi suerte en Ottawa, si no me daban la visa, al menos conocería otra ciudad y así habría justificado el desembolso...(porque claro, la entrada al paraíso no es gratis).

La cita era el miércoles a las 9h30 de la mañana. Para ello, tendría que tomar el ómnibus de las 6h00 en la Estación Central, que queda más o menos a 15 cuadras de mi casa.

Llegó finalmente el día de la entrevista. Me desperté tempranito, preparé todos mis papeles, me emponché y salí, ilusionada con pasar una soleada jornada de invierno por las calles de Ottawa. Abrí la puerta de mi casa....15 cm de nieve y una cortina blanca que me separaba del mundo, movida por el viento. En pocas palabras, una tormenta de nieve..claro, con el asunto del examen no había tenido tiempo de mirar el pronóstico meteorológico.

Evidentemente, el día empezaba dificil. Caminé lo más rápido que pude para llegar a tiempo a la terminal, porque además tenía que sacar plata del cajero antes de viajar, no tenía ni una moneda. Al entrar a la terminal escucho el anuncio de mi ómnibus, todavía tenía unos minutos. Busqué entonces el cajero, puse la tarjeta...."lo lamentamos pero no podemos darle dinero". "Y ahora qué hago? Si este cajero no opera con mi banco, menos lo va a hacer el de Ottawa. Y cómo voy a llegar al consulado sin plata para un taxi, en medio de la tormenta de nieve?"...Me quedaban sólo 10 minutos para que saliera mi ómnibus. Y perderlo era perder la entrevista, porque el próximo saldría una hora después, si a eso le sumaba la tormenta, llegaría como mínimo a las 10hs de la manana

Salí corriendo a buscar el cajero de mi banco que está a dos cuadras de la estación. Pero a esa hora casi nadie había caminado por esas calles, eso quiere decir que no había caminito, sólo colchón de nieve, y yo saltando encima como una loca, para llegar a tiempo.

Finalmente llegué al cajero, que como era de esperar, estaba cerrado. Tenía que poner mi tarjeta en la lectora óptica para abrir la puerta..pero no la encontraba! Probé cuanto agujero había, obviamente era el último.

Se abrió la puerta. Entré y elegí el cajero más cercano, puse la tarjeta. La pantalla decía "inserte su tarjeta"..pero ya la puse! Esperé. Apareció otra pantalla que decía "Inserte su tarjeta"..."me tragó la tarjeta! claro, porque estaba húmeda por la nieve, no lo puedo creer!"
Evidentemente no me podía ir si mi tarjeta había quedado adentro, además tampoco tenía plata. Empecé a tocar los botones..."Ingrese su clave", pero los botones no funcionaban.. "Puede retirar su tarjeta". La tarjeta sale. Respiro. Pruebo en el cajero de al lado. Otra vez lo mismo. Pruebo en el tercer cajero (el último que quedaba)...Sale la plata.

Me voy corriendo de nuevo... Llegué a la terminal casi sin respiración..5h57. Voy a la puerta donde salía mi omnibus, y una señora me dice "está atrasado por la tormenta".

Me senté. Al menos no había perdido el micro, pero claro, si estaba atrasado por la tormenta, quiere decir que llegaría atrasado a Ottawa. Supuse que delante del consulado también nevaría (aunque nunca se sabe) y que entonces me perdonarían y me dejarían pasar igual, o al menos me dejarían un rato en el limbo...

Finalmente el micro llegó, retrasado...como 8 minutos tarde (retraso de Québec). Subí al micro. Le pregunto al chofer "tiene idea de cuánto tardaremos".."Uy, yo tardé como tres horas y media para venir y eso que no había tránsito". Ah, qué lindo...bueno, al menos tendría la oportunidad de experimentar una tormenta de nieve con tránsito en la ruta, no todos los días...eh!

Evidentemente las medidas del tiempo en Québec no son las mismas que en otras partes del planeta. Llegué a la estación de Ottawa 9h15. El chofer me había dicho "la estación está llena de taxis estacionados en la puerta"...Miré por la ventanilla, no había ninguno. Sólo un auto, en el medio del estacionamiento, parecía que el chofer se había bajado a comprar algo. Bajé del micro, me fui corriendo al estacionamiento..por suerte el auto seguía ahí y efectivamente, era un taxi.
(aunque si no lo era me iba a tener que llevar igual al consulado!) Le dí la dirección al chofer, "ah, vas al consulado", "No te preocupes, 9h30 estás en la puerta"...Sin duda, el angel de la guarda.

Llegué 9h30 (hora exacta) a la puerta del consulado, un edifico de una sola planta que ocupa casi una manzana. Los guardias de la garita de vigilancia me indicaron que la entrada para el trámite de la visa era a 50m. Y en el consulado también nevaba, y bastante. Llegué a la puerta, y me sumé a la fila de 10 personas que esperaban como yo, a la intemperie. Ahí constaté que había un solo guardia, que tenía como función revisar la carta de admisión de cada persona, para después autorizar el acceso. Sin la autorización, no había acceso, osea, derecho a un techo. Como se imaginarán, todos luchando para que el guardia leyera la carta y nos dejara resguardarnos de la nieve. Una vez adentro, deberíamos hacer otra cola para poder pasar al detector de metales, luego a la puerta semiautomática, hasta llegar finalmente a la sala de atención...el paraíso es para los valientes.

Me toca mi turno. Le doy la carta al guardia. "Si tenés celular o algún otro aparato electrónico me lo tenés que dar porque no se puede entrar con ningun aparato". "Si, tengo mi cámara de fotos, te dejo directamente mi mochila". "Ah, no, tampoco podés entrar con la mochila, no se puede entrar con ningún bolso". "Pero te lo dejo, no hay problema". "No, yo no puedo guardar tu bolso, asi que no podés entrar con el bolso, tenés que dejarlo en otro lado". "Pero dónde lo voy a dejar si estoy sola, y acá no hay nada y estamos en medio de una tormenta de nieve?". "Y, no sé, acá a dos cuadras hay un shopping, y tienen lockers". "Vos me estás diciendo que yo me tengo que ir en el medio de la tormenta al shopping a dejar mi bolso en un locker". "Si". "it's crazy, it's crazy".

Bueno, imaginarán mi cara. Me fui a la otra garita, para preguntarles si era un blooper de Tinelli. De la bronca que tenía, casi me pisa el camioncito que levanta la nieve. Evidentemente la respuesta fue "no, es verdad" a pesar de mis lágrimas. Crucé entonces a unos negocios que estaban enfrente de la embajada, "me pueden tener el bolso un rato mientr..?", "Noooo, el consulado nos prohíbe que aceptemos los bolsos..". "Si, los bolsos de los nabos como yo. Cómo se me va a ocurrir viajar de Montréal a Ottawa a hacer un trámite, con 10 grados bajo cero, en medio de la tormenta de nieve y con un bolso? Es una locura"..

La gente del negocio me indicó muy amablemente donde quedaba el shopping. Me fui al shopping, subí al primer piso. Le pregunté a alguien si existía algo parecido a un locker, ya a esa altura me daba lo mismo. "Si, el centro de atención al cliente". Me atiende una chica, le explico, "ah, venis por el consulado, son $2"...Claro, no sólo tuve que pagar: la llamada teléfonica para pedir información sobre como pedir la entrevista, el acceso a internet para pedir la entrevista, el derecho a la visa, el viaje a Ottawa, el taxi, sino también...el cuidado del bolso.

Volví al consulado "Si, pasá, me acuerdo de vos". "Te dejo la billetera, la bomba la llevo en el bolsillo"...no, no se lo dije.

Pasé la primera puerta. Ahí tuve que esperar 20 minutos hasta que me dieron derecho a pasar al detector de metales. En ese lapso, entró una pareja con un bebé y un nene. El esposo llevaba un bolso con la mamadera y los pañales, una ridiculez total por supuesto..Le hicieron vaciar el bolso, y el tipo tuvo que irse mientras su mujer se quedaba sola con los dos nenes, y encima, una petisa gordinflona que le dice, "Pero ud. no puede apoyar ahí su bolso, se lo tiene que llevar"...Y se lo llevó.

Bueno, entré finalmente. Otra cola para revisar los papeles. En la pared de la derecha un cartel que dice "Denunciar a un terrorista es peligroso, pero si lo hace le daremos 5 millones de dólares". Y en la otra pared, las fotos de los 10 fugitivos mas buscados por el FBI, obviamente, empezando por Osama Bin Laden. Sólo faltaba que apareciera Harrison Ford para decirme "pero no sabés que está prohibido cerrar la puerta del baño?!"

Una vez entregados todos los papeles, sólo queda sentarse a esperar que llamen a tu nombre. Mientras esperaba, llamaron a unos hindúes, a unos de aspecto ucraniano acompanados por un traductor porque no hablaban inglés ni francés, a unos asiáticos, a una pareja de 70 años de aspecto turco, a una familia de venezolanos, a varios de origen africano, y finalmente a mí. Después de tomarme las huellas digitales, me hicieron ir a otra ventanilla, por suerte me tocó la señora rubia que sonreía. "Ah, vivis en Québec, te hablo en francés entonces", "Ah, estudiás, que lindo", "Ah, te vas a una conferencia, qué interesante". "Bueno, en una semana te llega la visa". Yo había llevado 25 documentos para demostrar que no quería quedarme a vivir en las playas de California ni aunque me pagaran...pero al final no fue necesario. Nada, ni un papelito me pidieron...Tan fácil era?

Cerca de las 12h00, ya estaba afuera de nuevo, bajo la nieve claro. Sin el pasaporte, porque te lo mandan por correo...no vaya a ser cosa que el sufrimiento haya sido poco. Osea, estaré sencillamente indocumentada hasta que me llegue el pasaporte a mi casa...espero que no tenga que contar otra historia.

Decidida a disfrutar de lo que quedaba de mi día en Ottawa, me fui a almorzar. Obviamente, primero tuve que recuperar mi bolso. Por suerte estaba y las cosas que tenía adentro también. Al menos tuve suerte, en el mostrador tenían mapas de Ottawa y como no había tenido tiempo de buscar ninguno, al menos me sirvió para planear mi caminata, sobre todo porque muy lejos no me iba a poder ir.

Caminé algunas cuadras, y después me metí en un café a almorzar. A los cafés chicos les dicen "Tall"...por qué siempre todo tan difícil?




La verdad que el clima no invitaba a salir otra vez, entonces decidí meterme en algún museo. Caí finalmente en el Museo de Bellas Artes, justo a la vuelta del consulado. La verdad que fue una buena idea, porque el edificio es todo vidriado, entonces una vez dentro, se puede contemplar el paisaje: El Parlamento, el rio..y la nieve.

Así que pasé el resto del tiempo que me quedaba en el museo. En una de las salas, rodeada de angeles flotantes y de señores de barba blanca, encontré un sillón y me quedé dormida un rato, hasta que un guardia me preguntó si me pasaba algo..."No, todo bien", pobre, si le explicaba no terminaba más.

Me quedé hasta la hora del cierre, las 5hs de la tarde. Y obviamente cuando salí..había terminado de nevar, y había salido el sol!. Así que aproveché para caminar un poco más por los alrededores del museo.

Y para aprovechar ese último rato, considerando que no hacía tanto frío, me fui caminando a la terminal, así tendría oportunidad de conocer un poco más del centro de la ciudad.



Después de 20 minutos finalmente llegué a la terminal...realmente no veía la hora de subirme al micro. Entré a la estación, y me dirigí a la boletería, para preguntarle al vendedor cuál era la puerta para tomar el micro. "Hola, quiero ir a Ottawa".."Estás en Ottawa". Entonces le repito, con voz más convincente "Quiero ir a Ottawa!"...."Estás en Ottawa"...Y ahí me di cuenta "ah, claro, no..quiero ir a Montréal"..."Puerta 8". Me fui al baño y no podía parar de reirme, pobre tipo..debe haber pensado que estaba dada vuelta, es que con sólo mirar mi aspecto después de todo este día, lo menos que podía pensar es que había salido de algún neuropsiquiátrico...

Finalmente tomé el micro, puntualmente a las 6hs de la tarde como estaba previsto. Y volví a Montréal...a mi casa, a mi paraíso, al fin.

PD: Me faltó agregar que esto no terminó ah­i. Adivinen qué pasó cuando fui al correo, a retirar el sobre que tenía el pasaporte? Me pidieron un documento de identidad! "Pero es que justamente es lo que vengo a retirar, mi pasaporte, el único documento de identidad válido en este país!" "Ay, lo sentimos mucho, no podemos darte el sobre si no nos das un documento de identidad"...No se como, me acordé que tenía el DNI Argentino...y se lo di, diganme qué habrá entendido el chabón si estaba en castellano...Si fuera Condorito, Plop!

martes, 4 de marzo de 2008

El 35 de marzo

Este día estaba marcado en el calendario desde hace más o menos un mes: 4 de marzo, día del examen.

El examen consiste en defender (o mejor, atajar, evadir, evitar..) las preguntas de tres señores profesores que buscan saber si, más o menos, soy capaz de seguir adelante por mí misma en este maravilloso mundo de la demografía. Una especie de ritual de pasaje, como cuando pasás del jardín a primer grado, de quinto año a la facultad, de vivir con tus viejos a vivir sola, de la cama simple a la cama doble. O casi como parir un hijo, salvo que aquí se trata de dar a luz un niño que pueda sostenerse y caminar solo unos metros desde el primer día, un niño de unos 8 kilos...vaya si pesa mientras dura la espera.

Ayer a la noche, mientras daba vueltas en la cama rodeada de papeles y de resúmenes, pensando en todo lo que no llegué a leer, en todo lo que probablemente iba a olvidar al despertarme, en qué estrategia implementar para no quedarme muda en "ese" momento, intenté recordar cuándo había sido la última vez que había tenido esas cosquillas en el estómago, ese aleteo que empieza a la altura de las costillas y que sube vibrando hasta la garganta y se queda ahí por un rato, y desaparece, hasta que comienza otra vez. Si, hacía bastante que no me pasaba, es que tampoco hay tantas instancias en la vida que nos lleven a ese estado, a ese momento en el que sabemos que algo va a dejar de ser lo que era, que algo va a cambiar y que algo entonces va a morir, para siempre.

Hoy había puesto el despertador a las 8h30, pero obviamente la ansiedad me despertó como dos horas antes. Y entonces tomé mi tiempo para acomodarme, para desayunar. "Qué me pongo ? y bueno, vamos con el pantalón negro que es para los momentos especiales". Y entonces también van las botas largas, y un poco más de color en los cachetes. Y sin mas vueltas me fui, aunque un poco justa sobre la hora, por lo que la última media cuadra terminé corriéndola, como siempre.

LLegué al instituto, en la pantalla de bienvenida figuraba "Examen de Constanza S.", chau, esto es en serio. Todavía tenía tiempo de dar la vuelta y escapar, pero la puerta del ascensor se cerró rápido. Y enfilé para el 7mo piso, preparando alguna excusa por los cinco minutos de retraso. Y llegué a la sala, por suerte todavía estaban preparando el proyector, no iban a ser necesarias las excusas. Tomé entonces tiempo para acomodarme, me di cuenta de que me había olvidado en mi casa la copia impresa del trabajo, que tonta, siempre lo mismo. Pero bueno, ya estaba jugada. Llegaron dos de los tres profesores "un poco nerviosa?,bueno, siempre un poco hace bien" Si, claro, hace bien...Y nos sentamos. A esperar. A esperar a mi director, que a veces tiene también problemas de puntualidad (a veces llega como 10 minutos tarde). Y esperamos.

Y esperamos.

Y seguimos esperando. Porque nunca llegó...mi director me dejó plantada. Lo había agendado para el martes de la semana que viene. Imposible adelantarlo para hoy a la tarde porque hay otro examen, imposible esta semana porque los otros profesores tienen compromisos. Hoy no, mi'jita, hoy no.

Guardé mis cosas y me fui. Salí a escurrirme entre la nieve que ya empezó a derretirse. Y caminé y caminé, tratando de entender por qué mis fechas no se cumplen, por qué no son el día programado, el día que figura en la tarjeta, ese día.

Por que no. Porque mis permutaciones, mis cambios, mis transmutaciones, mis revoluciones no saben lidiar con aplausos, ni con cotillón ni con fiesta. No quieren pantalón negro ni vestido blanco. Llegan mientras me tomo un café con leche, mientras camino por el Viejo Puerto, mirando el rio.

Y entonces a estos tres señores, les repondo, hoy, 4 de marzo, que si, que después de un año y medio llegué. Porque no necesito ese examen para saberlo...

Para agendar la nueva fecha del examen: el 35 de Marzo.